Dios toca mis hilos.
Me remueve,
se conmueve,
¿será que llama?
Crisálida en este bosque,
inmóvil absorbo mis cargas:
las recogí en tanta andadura.
Alimentada de amor,
envuelta de seda duermo
y entonces obras imperceptible,
preparas mis alas:
metamorfosis de mis sentidos.
Ahora,
segura estoy
me llevas,
contigo
voy
voy
a
VOLAR.
¡Qué hermoso poema! Es como una dulce y suave llovizna. Gracias por compartirlo. Luis Ángel
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