En realidad tengo miedo de sentirte necesario
no poder prescindir de tu palabra
sentir tristeza por tu ausencia
y ver que no es igual mi mesa sin tus ojos.
Temo enredarme entre tus dedos y tu risa,
esperar un café en la tarde,
y acostumbrarme a despertar con tu calor.
Tengo miedo: el fantasma del final
me sorprende en las esquinas,
al doblar la calle me asusta
como a un niño la noche sin estrellas.
Tengo miedo de “más tarde”:
tu silueta ausente a lo lejos,
el mañana cayéndose de un hilo,
malabarista en el vacío,
sin seguro para daños.
¿Y si te amara solo un poco?
protegería el corazón de las caídas
quedaría blindado,
y sería fácil levantarme
por si un día quieres despedirte.
Pero aquí estás
de lunas y canciones;
aquí estás
haciendo nido
con mis brazos.
tejiéndome.
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