El hambre tiene millones de rostros,
ojos sin cara preguntando por qué
Etiopía, Guatemala, Haití,
Angola, Somalia...
un mundo en continentes esparcido:
cuerpos olvidados en el sol y el viento
hundiéndose en el mar sin fondo
con gritos que nadie quiere oír.
El hambre es polvo
derramado en la calle;
millones de niños sin color,
huérfanos de nombre y tiempo
amamantados de arena;
con entrañas desagarradas,
piel sin venas.
Creemos que no nos pertenece,
no la vemos;
estamos enfermos,
somos ciegos, sin oídos
preferimos un mundo mutilado;
la felicidad a costa de la muerte,
una isla de pocos sobre las cabezas de más de la mitad del mundo
estamos enfermos:
no vemos,
no oímos
no queremos oír,
compramos bienestar sobre la muerte.
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