Yo me quedo para contarles
otra vez “Las tierras del trueno”,
para cantar a papá Dios,
que está aquí,
tan cerca como el aire que respiro,
y le pidan la juguetería completa,
el amor perdido de mamá,
y que les deje ver el programa de las nueve.
Me quedo para regalarles la merienda del colegio y saber que les gustó,
o que la dejaron completa porque no servía
y en la noche admirar sus travesuras,
componerles las tareas
y abrazar sus ojos dormidos con un beso.
Me quedo para regañarles
porque siempre hay algo que no quieren hacer:
comer, bañarse, dormir, recoger
o dejarme trabajar.
Nada es más importante
nunca lo fue ni lo será;
a los años,
el olor de sus sonrisas
el eco de su infancia,
para siempre;
y , cuando pasen los años
irán incondicionales a la vida
porque no me pertenecen
sólo fueron un regalo,
la ternura de Dios
en mi historia.